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¡UFA!

Sobre la disconformidad. Mi breve teoría... El disconforme, siempre que supere su estado emocional primario y condicionante, deberá habitar un espacio, a veces pequeño y otras inmenso, entre las exigencias de su ser y la tolerancia por los escasos logros. Se verá, vez tras vez, entornado por lo que fue y lo que pudo haber sido. Morirá y nacerá a cada intento y a cada fracaso. En el libro  El acoso de las fantasías ,  Slavoj Zizek declara: "el sentimiento de lo sublime, desde luego, surge de la brecha entre la nulidad del hombre como un ser natural y el poder infinito de su dimensión espiritual".  Quizás por esta pretensión el disconforme nunca será del todo feliz, pero aprenderá a abandonar este deseo de muchos a cambio de algunos roces saludables con los ideales que lo habitan. Con la fantasía que lo  acosa , con la fortaleza que lo sostiene y la incertidumbre que lo ha de guiar. Las herramientas serán sus poderes, la capacidad su esfera extensible. Claro que el grad

Visita Guiada

Sobre la disconformidad... Cubriendo una  nota para un periódico poco distinguido fue que tuve la oportunidad de visitar  la Antigua Ciudad Autónoma.  Esto es lo que allí escribí. El equilibrio entre las fuerzas está mal constituido aquí, pensaría quizás nuestro científico Carlos Dodson al hablar de este lugar. Es una sensación que dice tener cualquier visitante de la ciudad, aunque no tan claramente como lo haría Dodson. Porque la gravedad hace lo suyo, al igual que en cualquier otra parte de este viejo planeta, pero es   la disconformidad que habita en los pobladores, la que se respira en el aire, lo que altera las leyes de la naturaleza. O, si eso no puediera ocurrir, al menos genera una percepción colectiva (para todo turista). La misma disconformidad que desde los inicios ha mantenido andando a los pobladores y en expansión a la ciudad que pueblan, hoy transforma la temperatura de la zona en  un calor aplastante , al ver y sentir que todo aquí se arrastra como  agotado. Y

Encandila

Sobre la disconformidad. El acto de despertar trae aparejado una acción y un acontecimiento. La acción a la que referimos es la de abrir los ojos, el acontecimiento es ver. Muy pocas veces ocurre la noción de despertar sin reconectarse con el sentido visual, quizás debido a que la visión en tal caso sitúa al sujeto, podríamos llamarlo “soñante”, y lo re ubica en la realidad: lo transforma en “ex soñante”, siempre que el paisaje de esta realidad se diferencie del que tocó en el sueño. Continuemos un poco más... De la misma manera ocurre en el caso contrario. El sujeto deja obligadamente de ver para pasar al estado de sueño. Eso, al menos, es lo que ocurre comunmente, y aún no he sabido de alguien para quien no funcione de esta manera. Cerrar los ojos para dormir está incluido hasta para los no videntes. El motivo es fisiológico y podría obedecer al estado natural del cuerpo y de los movedizos ojos durante el período del sueño. Sería raro, incluso humorístico, contemplar que una per

Un Hombre de Su Rey

Sobre la disconformidad. Cualquier persona de la que se rodeaba lo consideraba insignificante, pero nuestro hombre, ignorando esa conducta por descuido o ligereza, tomaba muy enserio su labor y su existencia: la voz de su Rey era palabra divina, y para él, también era su mandato. Con delicadeza probaba a diario del manjar de sus comidas, bebia de su vino y saboreaba sus frutas. Con paso leve y sentidos alerta recorría sus jardines y las habitaciones de su palacio, sintiendo cargar en sus espaldas la incómoda presencia de la escolta real. Pasaba el día envuelto por la riqueza más extrema y las personas más influyentes de su época, sin embargo, al volver a su casa encontraba sólo a su mujer y se enfrentaba a una pobreza. Ajeno también a este contraste, era el hombre más a gusto sobre esas tierras: jamás llegó a desear algo que no tuviera, y claro que nada tenía. Jamás, hasta que un día despertó con deseos de volver a comer las uvas que había probado en el plato de su Rey. Antes que e

Breve Biografía

Sobre el Horizonte. Excepcionalmente... Los más razonadores de l grupo   dijeron  que el horizonte nació cuando nació la luz, y cuando el planeta redondo fue creado. Con la luz y la capacidad de verlo, de ver cualquier cosa. Difícil de imaginar de todas maneras para todo el grupo ver el horizonte. Aquellos que pueden evocarlo,  quizás no por coincidencia los más razonadores,  s e sienten  dichosos . Los que no pueden hacerlo porque jamás lo han visto no quieren hablar del  tema, excepto Lucía. Lo  que explica Lucía y despierta la impaciencia de Juan, es que ella escucha el horizonte, y que más allá de sus limitaciones con la vista, comprende perfectamente el conce pto:  “es hasta donde llegan los sentidos” intenta formular.  Y reformula,  “mi horizonte comienza  cuando termina el alcance de mis sentidos ”. Juan cree que Lucía no miente, sólo está equivocada. Fue sólo una confusión,   “porque no está claro lo que decís, porque de ser como vos creés, tu horizonte sería el alcan

En un Principio

 Sobre el génesis... “En un principio (si es que existió tal cosa) Dios creo las leyes newtonianas de movimiento, la maza y la energía necesaria”.  Albert Einstein . Un día un accidente fue confundido con un milagro. Estaba yo ubicado en exacto equilibrio (o procurando equilibrio) en un asiento independiente del colectivo de la línea 168, que a esas horas de la noche era “el único que me llevaba”. Se dirigía conscientemente al barrio de Balvanera, por un momento ínfimo, en línea recta y con velocidad constante. La irremediable cercanía de mi rostro a la ventanilla hacía que cualquier cosa en la que pensara durante ese viaje estuviera relacionada o afectada por el exterior: en el preciso instante que intento graficar, el escenario era el barrio de Constitución. Luego de ver cómo un hombre cercano a una esquina le convida un encendedor a uno mucho menor, el que dio calor a una lata de la que salía un tubo por el que aspiraba, se presentó la paradoja: el viento suave e imp

Agradecimientos

 Sobre el génesis. - !Me hubieras detenido antes de matarla si sabias que iba a morir! - No sabía que iba a morir, ella me hizo creer... otra cosa. - E n todo caso lo has creído por ti misma. Y también s abes ahora que lo que muere no vuelve a ser llamado de la misma manera que al estar vivo. - ¿De qué hablas? - Ahora no es más ella; ahora fue ella, es ESO. - Tu y tus intenciones de diferenciarte de mi por el modo en que hablas o en que usas este absurdo lenguaje no tendrían que intervenir en este momento. Llevas todo el día nombrando animales y plantas. Date cuenta de una vez que acabamos de matar: acabamos de quitar una vida. - Por eso la diferencia entre… - Sabemos que ha muerto, no importa cómo se llamó o cómo se llama. - El vocabulario marca la diferencia, ahora se la llama de otra manera, pues ha muerto. - ¡Olvidémoslo! ¿Qué haremos? - Olvidemos esto también. - Supongo que es una broma… - No sé qué hacer. Nunca imaginé que sucedería tan deprisa. C

“El Primer Bombero fue un Perro..."

Sobre el génesis. “... Así como el primer perro fue bombero”. Esto fundamentaba una de las personas más destornilladas que conozco al ver un pequeño afiche de los bomberos de San Telmo y Puerto Madero en el que se incluía la foto de un perro negro, con la lengua afuera. Comenzamos a buscar algún tipo de explicación a la fotografía del can y de por qué estaba en ese contexto. Aquí la conclusión: Allí por el paraíso, en los verdaderos tiempos inmemoriales, la primera mascota de Adán, incluso antes de la mujer, fue el perro. Y nos preguntaremos, si fuéramos curiosos e ignorantes, ya no después de que nos hayamos preguntado en este momento, y contestado luego: cómo saben los bomberos que este perro era negro. Muy distinto a la controversia generada por el color de piel de nuestro amigo Adán y su legítima esposa, y mucho más sencillo de comprobar. Este hecho es aclarado por un relato hallado recientemente, firmado por el mismo autor del Genesis, que nos revela las conversaciones

Reto al Filo

Sobre la distancia... (escrito en una hoja de papel) Reto al filo y al horizonte. Reto al límite de esta hoja a que se aleje de mí tanto como pueda, mientras yo intento seducirlo con el lento trazo de mi desvelada impaciencia a que se acerque a mí, a mi letra, tanto como yo quiera. Seducirlo a que aguarde: que en quietud él, testigo omnisciente del desenlace, se pregunte un poco qué será de mi llegada. Por lo que ocurrirá mientras tanto, mientras intento, mientras me deje yo mismo alcanzarlo. Y que se pregunte, quisiera yo, si es que llegaré únicamente por la convicción o por intentar pedirle algo. Allí le contestaría que no sólo quiero que no se marche, ni que se acerque él, ni me quede yo; quiero siempre encontrarlo allí, huyendo de mí, para que sea él, únicamente, el marco que naturalmente soporte mi decir. Quiero que esté allí como lo único perenne, para que siempre existan los invisibles caminos, los caracteres posibles, y entonces la grandeza de los hombres para r

Para Acotar

Sobre la distancia. Para acotar distancias, para mantener el respeto, para ser solidario y agregarme al martirio,  traté de imaginarlo miles de veces: n unca creí que de verdad sucedería, y por eso usaba  mi imaginación. Puedo pensar, puedo soñar, meditar y reflexionar, analizar y planificar. Llorar fue lo único que hice: u n accidente automovilístico me dejó parapléjico desde hace ya 5 años, restando movilidad a todo mi cuerpo. A mis piernas, a mi rostro, a mis manos. Estoy trabajosamente narrando esto con ellas, por no poder correr con ellas, por no poder sonreír con ellas. Son lo  único que logré mover hasta el momento. Pero este relato tiene que tener otra forma. Debería so nreír  y no dosificar mi tristeza por el sendero más angosto . Escribir ayuda a  reír  de verdad,   con el corazón. Y necesito reír porque estoy enfrentando la barrera de nostalgias desde la que mis seres queridos arrojan sus lamentos y suspiros, la compasión y la tristeza. Claramente, también puedo oír

Hallazgo

Sobre la distancia. Escribo para narrar un hallazgo . Parecerá extraño, confuso; lamento decirlo no más que lo que lamento haberla encontrado, y supongo que funcionará así para casi todos nosotros. No es que la haya visto, siquiera p odría decirse que la he sentido;  creo que la he detectado o al menos eso intento creer. La forma no sorprenderá ni al más incrédulo siempre que no tenga tal cosa, cosa que es conocida. No se ha figurado con un color, no se ha hecho notar inmensa, sobresaliente, inexplicable o maravillosa. Pero sí ocup ó un tiempo y un espacio: l a figuré, no por pena mía sino por una sorpresa que no altera, de un lado de mi cuerpo  estando yo acostado. D e qué lado estuvo, a qué distanci a y por cuá nto tiempo no son relevantes preguntas y no imagino sus respuestas. Lo trascendente, por lo que bajé desnudo las escaleras para buscar mi birome y escribir lo que escribo, tiene que ver con su desplazamiento , con su movimiento . De dónde y hacia dónde se dirigía. El

Tomar distancia

Sobre la distancia. Sería tomando como referencia a un individuo con experiencia en estos asuntos, como Dante Alighieri, quien intentó hacer una novela y terminó por crear toda una verdad, que podríamos determinar la distancia real entre este mundo y los siguientes. Claro que existirán los exigentes que dirán que esa distancia es relativa, y que estará basada en el comportamiento de cada uno de los seres humanos: unos irán al cielo, otros al infierno. También habrá controversia por el tamaño del alma: se sabe que quien es bueno tiene el alma grande, y esto le será más o menos útil al momento de partir, pues constar con una masa o un volumen determinados, dependiendo qué se entienda por alma, influirá directamente en la ecuación de movimiento de los seres que se dirigen al espectro luminífero o al fuego eterno. Resueltos estos dilemas por fin podríamos obtener una estadística del comportamiento de un universo de personas que nos hiciera quedar no muy mal. Particularmente podría

De Espacio

Sobre el tiempo. Leyendo material que mis antiguos alumnos traían a las clínicas que más he disfrutado en los viejos tiempos, me topé con un título que también es una pregunta: ¿por qué Einstein no tenía sentido del ritmo al tocar su violín? Antes de leer la gacetilla empecé a reflexionar y, accidentalmente, creo haber trazado una nueva duda a otra vieja pregunta: qué es el tiempo. Primero, como cuando se quiere dar un ejemplo, modifiqué las magnitudes (en palabras de Carlos Dodson): reduje la unidad de medición que acostumbraba usar (horas, minutos y segundos) a escalas mínimas, tanto cuanto mi imaginación colaboró. En música existe un proceso equivalente, pasar los valores de una negra a cuatro semicorcheas. Así fue evidente pensar que  todas  las cosas varían en forma pequeña, casi invisible, en un  espacio de tiempo  corto, casi imperceptible. Y se relacionan entre sí. Es decir: las cosas pequeñas se modifican mínimamente; y las variaciones de las cosas pequeñas son lo que

Tiempo Pretencioso

Sobre el tiempo. Se resiste a  las  hipótesis sobre los viajes en el tiempo una cuestión fundamental: sería fehaciente trasladarse sobre hechos consumados únicamente si pudiéramos ejercer una transposición (y qué es esto?: allí vamos rumbo). El tiempo se presenta como una relación asociativa y comparativa (medición) entre la duración de varios sucesos dependientes directamente unos de otros. Y esta dependencia directa exige una linealidad que nos envuelve y vincula (en un reloj, por ejemplo, la aguja que marca la hora se mueve 1 vez sólo si la del minutero se mueve 60 veces. El engranaje que las une, en este caso, es el vínculo; y el número de veces, la linealidad). Si pudiéramos transponernos: aislar el desarrollo de nuestras propias acciones del desarrollo del resto de los infinitos sucesos, luego invertir aquellos sucesos "externos" manteniendo las perfectas relaciones entre si (así como cuando atrasamos las agujas de un reloj todas las agujas, engranando, viajan h

Paradoja

Sobre el tiempo. Citaba en voz alta frases de sus propias notas a cerca de lo absurdo que le resultaba hablar del tema con miembros de la Facultad, aun más absurdo que hacerlo con gente que lo maneja sin profundidad. Un instante después recordaba cómo, al visualizar los momentos vividos en su niñez, podía modificar los recuerdos o actuar en ellos de diferentes maneras, diferentes a cada nuevo mismo recuerdo. Y ya pensaba cuánto influía esto en sus días, hasta el punto de modificar aspectos de su presente, modificando aspectos de su pasado. Fue Rey, y era esclavo de su ambición: - ¿Pensaré?, es decir: ¿el otro pensará igual que yo? - se preguntó mientras, bien dispuesto, aguardaba el sable. -¿Recordará recoger a nuestra hija por el colegio?-. No creyó que sí o que no. No llegó a creer, pues el ardor en su cuello fue el límite para su pensamiento y el filo de la gran espada separó su cabeza de su cuerpo. Antes, justo antes, vio una pila de cadáveres idénticos a él a su derec