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LISANDRO NO SE VA (Capítulo 2)

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Algunos segundos después, frente a las plateas del estadio, el capitán Lisandro López recordaba esa tarde remota en que lo llevaron a conocer el club. Racing era entonces campeón de un torneo después de treinta y cinco años sin festejos. Mientras Argentina se hundía en la peor crisis económica de su historia, la gente de Racing llenaba dos estadios (el de Vélez, donde se disputaba el último partido y se definía el campeonato, y el del club, solo con fanáticos siguiendo el juego por las pantallas gigantes). En aquel momento el director técnico era Mostaza Merlo, un ex jugador de fútbol que llevó al equipo a conseguir el último título del club. En los dieciocho años que pasaron hasta ahora Racing tuvo muchos jugadores y técnicos. La falta de resultados transformaba en héroe momentáneo a cualquiera de ellos que ofreciera algo de talento, que compartiera su magia para disfrutar del juego; a cualquiera de ellos que demostrara entrega, que le permitiera a la gente sentir en carne el amor

Mandados

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Me basta con que la vida me regale vida. Pero si tuviera que pedirle, si pudiera exigirle, tengo hecha una lista con los mandados. Algunos instantes de claridad, algún que otro momento de verdad. Varios enamoramientos, varios intentos: fallidos, certeros. Tropezones, caídas, desplazamientos; cicatrices, quietudes, enfriamientos. Fuerza para levantarme. Tiempo para quedarme tendida. Preocupaciones, ocupaciones y sub - ocupaciones, dimensiones, fugas y perspectivas fugaces. Celeridad para responder, lentitud para contestar, rapidez para acudir, velocidad para huir. Asuntos para postergar, temas que tratar, materias para adelantar y casos por resolver. Recordar para despertarme. Olvidar para quedarme dormida. Llantos sinceros y lágrimas de cocodrilo, sonrisas tardías y risas prolongadas. Avistamientos, retrocesos y adelantamientos; dolores, placeres, comodidades, calentamientos. Acercamientos impostergables, requerimientos; dist

LISANDRO NO SE VA (Capítulo 1)

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La broma la empezó Coudet, el técnico de Racing, con el pudor de los deportistas cuando hablan frente a cámara: “no se va... ¿a dónde va a ir? La gente tiene que estar tranquila. Ya le estamos por sembrar alguna tarucha, algunos dorados también en la pileta, aprovechando que todavía no es temporada…”. Se reían juntos, el técnico y el periodista, en los pasillos del club.   La misma cámara se acercó al vestuario, donde estaba Zaracho, el mediocampista carismático de Racing. Sin haberlo escuchado, Zaracho siguió la broma de Coudet: “le van a cerrar todas las puertas del club. La de la calle Corbata, y la otra también se la cierran… Olvidate, no lo dejan salir”. El periodista lo sabía: Zaracho y Coudet eran cómplices, en el humor y en esta urgencia. Lisandro salió del vestuario y pasó por detrás del periodista, con una sonrisa que los dejó en silencio. Terminaba octubre, Racing se había quedado afuera de la Copa Libertadores y ya era imposible salir campeón de la Superliga,

Entrega

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Hoy estoy impasible, volátil. Espero morir en un día como hoy. Un día inadvertido, sin evento, rumoroso, denso, lento. Somnoliento pero para afuera, hacia las demás cosas; como descansando en ellas, como reposando en todas. Y en vigilia pero para adentro, para mis adentros: como explorando ansiosa, como despertando: curiosa. Como si quisiera confundirme entre todas estas cosas; o como si no pudiera diferenciarlas de mi. Si estar sentada en cualquier parte es estar en todas y en ninguna, un día como hoy estoy en algunas: sobre las que extraño pero no recuerdo. Podría escribir esto mañana, o pude haberlo escrito nunca. Pero hoy es un día de entrega: podría vivir en un día como hoy. Almendra Bernal

Los Ocasos

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Hay un momento de la tarde en que el sol se precipita. Justo antes, se despide de mi ciudad con una caricia naranja. La luz que nos regala tiñe ojos y almas, rostros y figuras, y la despedida es un roce de calor que nuestra piel guarda. Si lo bello de escribir es que la idea concebida perdura al nacer en el papel, casi intacta, casi como la pensamos o intuimos, apenas empobrecida; lo bello del momento de la tarde en que el sol se precipita, y nos regala con su luz una caricia naranja, es que todo parece tener fin, poder extinguirse. Ese final inminente susurra lento que todo ha nacido, y que sólo somos una idea concebida por el sol, como las palabras que dedicamos a su despedida. Y que al menos una vez por día, nos acarician. Almendra Bernal

La vida a los Bocinazos

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Para los porteños, el uso de la bocina es inevitable. Más aún: es incontrolable, y a veces imprescindible. No sabemos por qué, pero la usamos para todo. Estará de acuerdo conmigo, si es un auténtico porteño, que en un accidente automovilístico uno pocas veces tiene tiempo de frenar, ¡¿va a tener tiempo de tocar la bocina?! ¡No! Así que para eso no la usamos. Está pensada más bien para festejar que un equipo salió campeón, que otro perdió, que nos casamos, que nos divorciamos. Para avisar que llegamos o para saludar cuando nos vamos. Hay ritmos para cada una de estas situaciones, y aunque no se pueden componer melodías con una única bocina, porque suena siempre en un mismo tono, con la colaboración de algún otro automovilista se pueden lograr cosas maravillosas. Es cierto que los colectiveros hacen trampa, porque en algunos casos ellos sí disparan melodías, pero con tanto tiempo por día en la calle tienen justo derecho a un solo y permitidas otras barbaridades.

Vania a la Vuelta de la Esquina

Sobre Tío Vania , de Chejov ; y Vania en la calle 42 , de Louis Malle Nueva York, Calle 42 y 3ra.  Teatro rumboso. Martes, 4 pm Cuatro hombres de pie en las tablas: ANDRÉ GREGORY, director de la compañía; WALLACE SHAWN, quien interpretará a Vania; GEORGE GAYNES, quien interpretará a Cerybryakov; LARRY PINE, quien hará el papel de Astrov, el médico. ANDRÉ GREGORY (sonriente): Parece estar a punto de venirse abajo, pero es lo mejor que conseguimos hasta el momento... ¡Hasta el momento en que se derrumbe! (risas) WALLACE SHAWN: mhm... es cierto que el lugar deja bastante que desear... GEORGE GAYNES: lo importante es que aquí estaremos tranquilos para ensayar al menos 2 veces por semana. LARRY PINE: ¡y que estoy a 6 cuadras de mi casa!  (risas generales) WALLACE SHAWN (con el rostro afectado): ¿es cierto eso? LARRY PINE: sí... vivo en frente a la cafetería de 48 y 3ra.  GEORGE GAYNES (a Wallace): ya lo pondremos en condiciones cuando lleguen los demás...